La paz a bala mata.



Blanco o negro es el análisis que se ha hecho de la situación del Cauca el último mes. La mentalidad binaria de la cultura política nacional: si no estás con Colombia estás con el terrorismo. Eslogan contundente y clara declaración de intenciones. La ironía es que entre esas opciones para escoger, izquierda armada radical vs élite de derecha político-militar, todos son los mismos. Los que aseveran que la guerra es un medio para alcanzar la paz, la paz a bala. No porque sean tontitos, sino porque nos creen a nosotros. Ellos saben perfectamente lo que hacen.



Del análisis de los enfrentamientos en el Cauca durante el último mes (y durante el último año), hay un actor excluido, las comunidades. Un proceso que conviene a muchos no mencionar en alto porque rompe la estructura binaria de las opciones que se presentan. Ese contubernio no explícito entre las guerrillas y la élite reaccionaria, conscientes de que cada uno debe su existencia al otro. Conscientes además, de que ninguno de los dos posee el afecto de las mayorías. En resumidas, conscientes de su propia ilegitimidad y del hecho que la mínima legitimación a la que pueden aspirar, consiste en la existencia y falta de apoyo del “enemigo”.



Frente a esto las comunidades se han parado y les han dicho a guerrilla y ejército, en territorio indígena no se echa plomo. Y están en su derecho, no porque sean indígenas sino porque viven ahí. Eso es como cuando el dueño del bar le dice a uno, “si se van a dar se me van pa’fuera”. Uno o se sale o se calma. Pero estos ni se calman ni se van. Se van las madres con sus hijos, y se van algunos hijos que ya no vuelven.



La guardia indígena es un ejercicio de resistencia civil no armada desde la sociedad civil. Una propuesta de paz a punta de resistencia. Los muertos del conflicto en el Cauca se quedan en las familias, de los que ven que sus hijos van a la guerra y de los que ven que sus hijos van al aguante. Los últimos no cuentan con disparar, mucho menos con morir. Pero también mueren.



Víctimas de la tozudez y el interés de los de la guerra. Entre el dolor de la pérdida de una hija, un padre agradece al resguardo y a la guardia, e insta a no mermar en el proceso de resistencia (Las Balas asesinas le quitaron la vida a Patricia). Sus llantos hablan de su hija de 19 años como quien entiende a un mártir de la causa. La autonomía y la autodeterminación de los pueblos como respuesta a dos opciones homogeneizantes, impuestas mediante la fuerza, y con fines totalitarios. La misma tozudez se cobra la vida de un niño de cinco años, que no entiende de causas ni le interesa ser mártir, pero le tocó en suerte ser hijo de concejala.



Las comunidades entienden con razón que uno tiene potestad para decidir cómo se quiere vivir en el territorio de uno, como de escoger dónde poner el televisor en la casa. Frente a una guerra que se basa en el control militar sobre el territorio, se ofrece reducir control territorial de de los actores hasta que pierdan su poder. Astucia indígena. Personalmente me uno y apoyo el ejercicio de la resistencia civil no armada, no sólo en el Cauca, sino en San José de Apartadó, en Berruecos, en Belén de los Andaquíes, en San José de Albán, y allí donde se dé. Hago votos para no olvidar a los que mueren desarmados y resistiendo. Y pugno para asumir esta forma de acción como medida generalizada contra las arbitrariedades del poder, especialmente de aquel fundamentado en el uso de la violencia, en todo caso ilegitima, sea del gobierno o de las farc. La paz a punta de resistencia frente a la paz a punta de bala.


 

1 comentario:

Y ud. qué opina